Yo era un crío cuando los ultras de Fuerza Nueva o los Guerrilleros de Cristo Rey salían a la calle a dar palizas a los "rojos". Parecía que eran ellos los principales enemigos de los cambios que prometía la transición. Así se convirtieron en sus perros guardianes, al presentarse a la opinión pública que la alternativa a este proyecto serían ellos, lo que cualquiera detestaría. El mismo papel están haciendo hoy Izquierda Unida y sus compañeros de aventuras. Cuando más necesaria es una alternativa a la oligarquía corruptísima que nos arruina, la única visible es esta ultra izquierda de charanga y pandereta.
Cuando, estando España como está, la izquierda se dedica a hacer la campaña de imagen a un juez no sólo prevaricador, sino que es el perrillo faldero de un conocido banquero al que él llama "querido Emilio", y cuyo apellido es más descriptivo que su curriculum vitae, debe haber algo que no funciona bién en el cerebro de esa "izquierda". Mi tesis es que hay una brutal contradicción entre unos ideales supuestamente revolucionarios y la práctica de ser los perros guardianes de una monarquía oligocrática que rezuma corrupción por todos sus poros. Monarquía que les subvenciona y de la que son funcionarios en la práctica.
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